domingo, agosto 26, 2012

Áyax (1)


—Parad y pensad. Dice casi al final de la obra y dirigiéndose también al público el único personaje que no figura en el reparto de este Áyax de Teatro del Noctámbulo, dirigido por Denis Rafter sobre versión de Miguel Murillo, que vimos el viernes en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Parad y pensad. Más que imperativo, lo dicho es una apelación que envuelve uno de los mensajes de la obra en torno a la guerra, el de la evitación de la violencia y la sinrazón. Otro es el de la manipulación del soldado como un monigote en manos de los poderosos —oficiales y dioses— que a la postre son los que reciben los trofeos. Hace poco —en comparación con el tiempo de Sófocles— que Valle-Inclán resumió en Las galas del difunto ambos mensajes: "—Allí solamente se busca el gasto de municiones. Es una cochina vergüenza aquella guerra. El soldado, si supiese su obligación y no fuese un paria, debería tirar sobre sus jefes." Puede que la gente salga del teatro comentando lo del marco incomparable, o que le ha gustado mucho una actriz; que la incomodidad alarga el tiempo y que el culo duele, o que el actor que decía lo de "Parad y pensad" no tenía acento extremeño precisamente. Pero, en el fondo, al llegar a casa, o de camino, parará y pensará en lo que se han propuesto decirle, y llegará a la conclusión de que lo han conseguido. ¿Cómo? Ahí está la magia. Con la conjunción de elementos que, como pocas veces, hacen el espectáculo. Esta esencialidad del teatro se hace más evidente en salas como el Teatro Romano. Basta con ampliar el campo de visión y alargar el histórico, y lo que se presentará ante los ojos tendrá otra dimensión. Una elemental disposición del espacio escénico para colocar a los personajes en dos extremos o bandos potencia su significado en escenarios tan sublimes como el de Mérida. La obra comienza y termina con la expresión de esos dos extremos, con el matiz de que al principio son griegos y troyanos, y al final son los mismos griegos los que se oponen. Y en el centro, el soldado Áyax.

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