sábado, febrero 04, 2012

Monumento a Ángel García López


La bibliografía de y sobre el poeta Ángel García López (Rota, 1935), elaborada por José Jurado Morales para cerrar este volumen, tiene treinta y tres páginas, y es un colofón de autoridad, muy exhaustivo en lo que se refiere sobre todo a la obras de García López, que habla por sí solo del lugar que en la historia de la poesía española de los últimos cincuenta años ocupa el escritor del Mester andalusí. Ahora me voy al principio del libro; porque Jurado Morales, autor también, como editor del volumen, de la "Presentación", dice algo de García López que todo escritor debería anhelar, por paradójico que resulte: que esa virtud de perfeccionar el poema hasta dar con las palabras adecuadas para expresar lo que se quiere transmitir es, a la postre, una de las razones por las que García López no ha logrado "un lugar mayor entre los lectores" (pág. 13). Lectores, dicho sea de paso, que no quedan muy bien. "Con poetas como Ángel García López —continúa Jurado— hay que tener paciencia, no se debe correr, no se puede pretender engullir un poemario suyo de una sentada." Es lo que parece demostrarse con la lectura de las contribuciones de este homenaje por parte de amigos, de poetas y de estudiosos de su obra:
José Jurado Morales (ed.), La poesía de Ángel García López. Madrid, Visor Libros (Biblioteca Filológica Hispana, 132), 2011.
En el libro hay de todo, y diverso. Hay un texto agradecido del poeta; hay breves palabras amistosas a modo de semblanza viva de firmas como Joaquín Benito de Lucas, Luis Alberto de Cuenca, Joaquín Márquez o Jaime Olmedo, reunidas por el editor con el título de "Bajo el signo de la amistad"; y hay asedios más hondos a su creación poética, en su conjunto ("Miradas al conjunto") o sobre aspectos más concretos de obras, desde las primeras —en el texto de María Payeras Grau— hasta la más reciente, Universo sonámbulo (2006), de la que Miguel Soler Gallo comenta un poema ("De principio a fin"). En estos dos bloques, hay, también, una gran disparidad —que no se explica— entre las colaboraciones, apreciable en el número de páginas —cuarenta tiene el artículo de Ana Sofía Pérez-Bustamante frente a las tres de la nota sobre Trasmundo de Juan José Vélez Otero— y apreciable igualmente si uno las lee. Ahora, lo que me pide el cuerpo es recomendar la lectura de la poesía de Ángel García López, que es de lo que se trata, y dejar la de este libro para los raros estudiosos. De todas maneras, estoy seguro de que si alguien lee algo de lo publicado en él —por ejemplo, lo que escribe mi compañero José Luis Bernal sobre "Ángel García López: autobiografía de un mester"— buscará con ganas la lectura del poeta gaditano. De eso se trata; digo yo.

P.S.: me ha alegrado mucho ver en la bibliografía a un poeta como Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, una de las personas que más en vivo me ha hablado siempre de la poesía necesaria de Ángel García López.

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