© Bob Thomas / Corbis - EL PAÍS
Es el título de uno de los artículos que más celebré leer en la prensa en los últimos días del año recién ido. Lo publicó Javier Gomá Lanzón, pensador, ensayista, director de la Fundación Juan March. He hecho limpieza en mi escritorio y ha aparecido el recorte del periódico del día, el treinta de diciembre pasado. Por eso ahora rescato las notas que escribí para darlas aquí. Gomá, para hablar de las reformas educativas, parte de la imagen de la piñata como costumbre de amenizar los cumpleaños de los niños. La piñata que riega de golosinas el suelo por el que se arrastran los niños en pos de su botín es para el autor de este artículo una "exacta metáfora de la avaricia competitiva del mercado, al cual no tardarán en incorporarse esos rapiñadores de golosinas". Y ese es el objetivo de la reforma de la enseñanza superior. A la Universidad se la mutila de su misión educativa, la de formar hombres cultos, que decía Ortega —como recuerda Javier Gomá—, y se la conduce a producir jóvenes tan competentes para el mercado laboral como incultos para la vida. De manera que se perderá la esencia de todo lo que nos ha traído hasta aquí. La esencia de un cometido tan sublime como el de inculcar amor "por las disciplinas mucho más que conocimiento positivo de ellas. Durante los años escolares no hay tiempo para que el pupilo asimile siquiera los rudimentos de literatura, lengua, matemáticas o física, pero si 'ha aprendido a aprender' enamorándose de estas asignaturas, dispondrá del resto de su vida, y en particular los años universitarios, para profundizar autónomamente en ellas. Y así, la intimidad desinteresada con estos saberes acabará decantando en esa conciencia una visión del mundo bien articulada a partir de la cual estimar los muchos logros de la sociedad en la que vive y también criticar, cuando procede, sus desviaciones y excesos." Chapeau! Aquella mañana del último viernes del año en que leí estas palabras me dije que menos mal que hay siempre alguien que dice mejor las palabras que saldrían de tu boca. Lo que no me cuadraba ni me cuadra es el final del artículo, después de lo leído. Y es que ya no vale aquel antiguo lema de la academia platónica de nadie entre aquí que no sepa geometría. Pues resultaría contradictorio, así lo creo, con ese defendido amor a una disciplina por encima del conocimiento útil de ella. Vamos, que lo uno lleva a lo otro. Quiero decir, del amor al conocimiento; y no al contrario.
Estaría bien que comentaras la visita de la duquesa de Alba, aclamada por los descendientes de los que gritaban "viva las caenas"...
ResponderEliminarMagnífico. Falta hace, decir estas cosas.
ResponderEliminarUn saludo.