Le ocurrió a una conocida cercana hace años. Sus amigos le regalaron —se lo habían traído de Madrid— un consolador con vibrador del color de la lombarda y una noche, con la broma, nos lo enseñó en los postres de una cena. Reímos todos a la vista de aquel artefacto en un espacio tan poco íntimo. Hay veces que una braga fuera de contexto da risa. Otras, también. A algunas, ganas de quitárselas. Al día siguiente, nuestra amiga fue a una tienda de telefonía móvil —en aquel entonces, en la esquina de mi calle— para reclamar por que su teléfono, recién comprado, no sonaba.
—¿No tendrá usted el vibrador?— le dijo la dependienta.
—Ay, sí. ¿Y cómo se han enterado; si me lo han traído mis amigos el otro día de Madrid?
Desopilante.
Vaya, qué tema y tono más poco común en este blog...
ResponderEliminarPues a mí, al contrario que a "anónimo" el tema del que se habla no me importa lo más mínimo. Sí, en cambio, me importa cómo se cuenta, y Miguel Angel lo ha referido en esta ocasión con toda espontaneidad y frescura. No siempre hay que andar con la toga ...
ResponderEliminarGracias, Juanjo. Saludos.
ResponderEliminarJuas, qué carcajada acabo de soltar.
ResponderEliminar(Ya no me queda ninguno más. Ningún mensaje que no haya leído, digo).
Un beso, gracias por la risa.