© Javier Rodríguez Marcos
Moví este verano en casa muchos libros de sitio y reaparecieron muchos papeles de los que antes se catalogaban como materiales especiales; folletos, programas de mano, tarjetas... Entre ellos, esta tarjeta postal que nunca he perdido de vista en casi veinte años. Me la envió a la Facultad Javier Rodríguez Marcos en octubre de 1992 como anuncio de una exposición de sus dibujos en La Torre de Babel de Cáceres. Él mismo me ha contado ahora que se me ha ocurrido rescatarla que aquello fue una serie de dibujos a lápiz de ciclistas que tituló La vida dedicada a los neumáticos. Había leído un reportaje con un título así en el periódico Extremadura y se lo dio a su exposición, que anunció con esta prueba documental de los juegos letristas y abrazos gráficos que yo creo que JRM no ha abandonado —por ejemplo, en las dedicatorias de sus libros. En aquella ocasión, la propuesta fue muy del Oulipo de Queneau, un requiebro que descomponía el eco literario del Fray Luis de la "luz no usada" (y de la música) de la oda A Francisco Salinas para sugerir palabras aisladas en otros idiomas (music, à nous, ada). Un hallazgo muy de Javier, que por aquellos años, y a veces, según me cuenta, invitado por Antonio Gómez, hizo algún poema así. "Uno de los que le envié era un cuerpo sacado de un libro de anatomía en el que las explicaciones de cada parte se habían cambiado por géneros de la poesía: la cabeza era la metafísica; los genitales, la épica; el corazón, la lírica... Ya ves qué sinsentido", me escribe, dándome las gracias por el interés. Interés de devoto de un tipo de bien, Javier, que sigue siendo así "por no hacer mudanza en su costumbre" (Garcilaso, soneto xxiii). Tenía ganas de contarlo.
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