miércoles, noviembre 03, 2010

Teatro extremeño

Hace dos jueves estuve en el Gran Teatro de Cáceres en la presentación de este número de la revista de la ADE dedicado al teatro y las ciencias; pero cuyo carácter extraordinario está en sus más de cien páginas sobre Teatro actual en Extremadura. Era necesaria una puesta al día de toda la información teatral generada aquí —autores, montajes, festivales, espacios...— desde aquel número de Primer Acto de 1996 dedicado también al teatro extremeño, con menos páginas que éste y que puede servir para constatar algunos cambios para bien. La verdad es que hablo sobre lo menos novedoso y lo más conocido. Al menos, para mí. Decir que lo más interesante de este número de ADE Teatro es lo relativo al teatro y las ciencias puede molestar a alguno de aquí. Allá cada cual. Uno últimamente se asombra con demasiada frecuencia —todos los días, mañana y tarde— de cómo se ponen algunas cabezas.
El número se abre con una nueva síntesis de quien más ha trabajado en la historia literaria del teatro en Extremadura en los últimos treinta años, Gregorio Torres Nebrera, que escribe una "Breve historia de la literatura dramática en Extremadura (1976-2010)" que acompaña de una "Bibliografía de autores teatrales extremeños" que ya hay que completar con otros nombres como los de Miguel Ángel Encabo Vera o Antonio de la Fuente Arjona y nuevos textos, como los aparecidos en la nueva colección "Escena Extremeña" impulsada por el Centro de las Artes Escénicas y de la Música de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura, y de la que algo habrá que decir, para bien y para mal. Luego, Paco Carrillo —con la colaboración de Carlos Alonso Fernández— trata la puesta en escena en el panorama teatral extremeño, que es un repaso por las principales compañías de aquí, que, de manera mucho más telegráfica, vuelven a mencionarse en el texto firmado por Javier Leoni, "Elencos y compañías en el teatro extremeño actual". Denis Rafter, que, además, ha tenido el buen acuerdo de extender la presencia extremeña del número a las "Notas de dirección" que publica sobre Mundos, la pieza de Isidro Timón, escribe sobre esta "Tierra de actores" y cuenta su experiencia en Extremadura en unas páginas muy jugosas no exentas de crítica a lo que ocurre en otros lugares. Las infraestructuras y los espacios están tratados en los textos de Damián Galán Nogales y de Agustín Iglesias. De nuevo hay parcial coincidencia en los contenidos de dos colaboraciones en el número; si bien en el primero se aprecia un tono crítico y cierto pesimismo, y en el segundo, más centrado en las iniciativas privadas —con apoyo público—, parece que prima lo constructivo. Y bien está, aunque sea por parte implicada, y bien implicada en tan loable proyecto —Guirigai— en un pueblo como Los Santos de Maimona. Los festivales —de Mérida, de Cáceres, de Badajoz; faltan otros— están tratados, respectivamente, en los textos de Gregorio González Perlado, de Luigi Giuliani y de Miguel Murillo; y no se han olvidado de dar un espacio a la danza en Extremadura, en un texto de Cristina D. Silveira, arte y parte. Miguel Nieto, director de algunos de los más importantes montajes populares en España, partiendo del descollante El alcalde de Zalamea, que empezó a andar en 1994, habla de esta experiencia en Extremadura; y el director de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura, José Ramón Alonso de la Torre lo hace sobre los estudios teatrales en esta región, es decir, sobre la escuela que dirige como punto de destino de una primera iniciativa de la otrora escuela en Olivenza. Sorprende en J.R. Alonso de la Torre esta prosa administrativa. Quizá sea porque no se ha recurrido a observadores externos, a críticos, que casi no existen. Será por eso.
El final es lo mejor. La publicación de un texto de autor extremeño, de una muestra escrita del teatro actual en Extremadura. Miguel Murillo y su obra El gen del diablo. Está basada en hechos reales, como otras obras de Murillo, que se ha declarado en el teatro como un cronista sentimental y comprometido de lo que ocurre en la calle de la historia reciente. Cuánto me alegró su Premio Lope de Vega por Armengol. En este caso hay varios homenajes: al Manuel Pacheco de El cine y otros poemas, a Josechu, un poeta y cantautor —de versos de Pacheco— de Badajoz al que quemaron el cerebro en un manicomio, y a la memoria histórica. Y hay denuncia. Por los incomprensibles vestigios de las investigaciones sobre las raíces psicofísicas del marxismo en un contexto tan terrible como el de la guerra civil, con personajes como Francisco Franco, y, a sus órdenes, el psiquiatra Vallejo Nágera. Un escenario: el antiguo monasterio de San Pedro de Cardeña, convertido en campo de prisioneros y en escenario de infames experimentos. Pone los pelos de punta.

3 comentarios:

  1. sobre estos experimentos de Antonio Vallejo Nájera: http://www.elmundo.es/cronica/2002/111/1011609459.html

    Y sobre estas contradicciones o manchas del pasado, ayer releí un artículo que me apareció fotocopiado de José Carlos Llop titulado 'Rastros, derivas, imposturas', publicado el 23.09.2006 en el Diario de Mallorca, pero que no está en la hemeroteca digital de este periódico, sobre estas colaboraciones obligadas o ilusionadas en el momento joven con el régimen nazi de gente luego adorable. La lista afecta hoy a un ciudadano visible del Vaticano, y ya sabemos que en la historia de la iglesia todo es posible, lo altruista y lo infame, incluso simultáneamente. Y es lo que la nieta de este psiquiatra (hoy en día por experiencia aborrezco a todo supuesto profesional que dice curar problemas psicológicos con pastillas que sólo agravan al paciente, hay que ser bestia para seguir llamando a esto salud o ciencia y consintiéndolo) dice recordar de su abuelo: recuerdos adorables.

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