Johann Gottfried Herder (1744-1803)
Cuenta el grandísimo José María Valverde que algún amigo de Kant le advirtió de que no era capaz de leerle porque a cada inciso en una frase ponía allí un dedo, para no perderse; pero llegaba el momento en que se le acababan los dedos antes de que se acabara la frase. El comentario estaba hecho sobre el estilo del filósofo alemán en sus tres grandes Críticas, pues el de las obras menores, al decir de Valverde, tenía "la fluidez bien educada de la Ilustración". He recordado esto después de una conversación con un notable cacereño sobre pensamiento y estilo literario (más o menos) a propósito del reciente Premio Extremadura a la Creación al filósofo Eugenio Trías, que dice mi compañero Isidoro Reguera que es el primer filósofo español —sin contar a Ortega— desde hace varios siglos. Se trataba de la diferencia entre la importancia del pensamiento de un autor y el valor literario de su obra, que es lo que Valverde decía a propósito de un filósofo como Kant, que no estaba dotado, como Platón, de belleza literaria.Sigo con Valverde, que también habla, en sus páginas de la Historia de la literatura universal con Martín de Riquer, de Herder, para quien la naturaleza dotó al hombre de la posición erecta en correspondencia a su misión en el mundo, con la inteligencia y la boca en alto, en diálogo con los demás. Según Kant, nuestra posición en dos pies es resultado del esfuerzo de la razón por superar la naturaleza, aun a costa de dejar los órganos internos y los huesos en posición incómoda. Valverde dice que el razonamiento de Kant posiblemente era debido a sus malformaciones vertebrales que le impedían erguir bien su modesto metro y medio de estatura. Eso medía Kant.
De la historia, de la filosofía y de la misma vida de relación con los demás muchas veces lo que mejor recordamos o, tal vez lo único, son las anécdotas, quizás por eso me ha resultado tan interesante lo que cuentas. Un abrazo
ResponderEliminarPrimitivo