Son ya cuatro años desde entonces. Ahora reparo en que fue este día de fiesta, día de Extremadura. Ha pasado el tiempo, y la imagen primera prevalece, aunque son apreciables las diferencias. Alguien, por este orden, estampó su firma azul debajo del nombre de los amantes, quizá sin darse cuenta de que la rúbrica, como cúpula de grafitero, tachó a Sara, en una afrenta que sólo yo siento como tal. Luego, en este orden, alguien propició la anomalía sobre la imagen de antaño: aquello que parecía un endoscopio que vigilaba es ya bajante de algún desagüe doméstico. ¿Qué será de ellos? Quizá sigan profesándose amor y esto no sea más que las huellas del tiempo.
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