Siempre me paro con mis alumnos cuando leemos las Cartas literarias a una mujer de Bécquer en el uso que éste hizo del verbo disecar. Les aviso de que deberíamos reivindicarlo, ya que se impone una forma reciente como diseccionar, que no se incorpora al Diccionario de la Academia hasta la vigésima primera edición de 1992. Bécquer escribe en la primera de sus cartas: "Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta; pero, en cambio, hay bastante papel emborronado por muchos que no lo son. El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estudio del saber, y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan y creen haberla entendido cuando han hecho su análisis."
Confieso que me resulta más simpático el uso antiguo que el, por otra parte, 'lógico', diseccionar (de disección, diseccionar). La conciencia de su uso tuvo que ser tardía, porque María Moliner no lo recogió en su impresionante obra, que traía disecar como abrir o cortar en partes un animal o un vegetal para estudiarlos. La taxidermia, parece ser, se ha impuesto, y en el Diccionario del Español Actual (1999) de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, la primera acepción de disecar es ya la de preparar un animal muerto para que conserve su apariencia de vivo. Y en el mismo diccionario, diseccionar es hacer la disección de algo. Lo curioso —para mí, que conozco al autor— es que una de las autoridades en que se apoya el Seco es el escritor extremeño Víctor Chamorro, que, en Sin raíces (Plasencia, 1970), la biografía que publicó del singular Agustín Sánchez Rodrigo, lo usa de este modo: "Todo lo relacionado con la agricultura, ganadería e industrias locales, [sic] fue diseccionado en su periódico con meticulosidad." Yo sigo, en feble empeño, disecando textos literarios en mis clases. En fin, cosas de la lengua.
Miguel, mi hoy amiga y antigua novia Anabel debió tener algún profesor ilustrado, pues allá por 1980 ya me enséñó que ese era el uso que se le daba a la palabra en las aulas de Medicina de Badajoz.
ResponderEliminarTu texto, como siempre, impecable.
Un abrazo bloguero.
josemarialama