Francisco Lafarga y Luis Pegenaute, de las Universidades de Barcelona y Pompeu Fabra, respectivamente, llevaban años empeñados en este proyecto que acaba de ver la luz, el Diccionario histórico de la traducción en España (Madrid, Editorial Gredos, 2009). Es un volumen de 1.192 páginas, con más de 850 entradas y con casi cuatrocientos redactores, que resulta utilísimo complemento a la también coordinada por ambos profesores Historia de la traducción en España (Salamanca, Ambos Mundos, 2004).
En obras de estas características hay dos modos de lectura que devienen en sendas sensaciones de signo opuesto, o, al menos, distinto. Por un lado, la lectura panorámica, de consulta, en la que el lector tiene una cantidad de información que, lógicamente, colma sus expectativas. Por ejemplo, cuándo y cómo ha sido traducido Charles Dickens desde mediados del siglo XIX, o cuál es el grado de la traducción de las literaturas serbia, croata, bosnia, macedonia y eslovena en España. Una segunda manera puede ir más al detalle y echar en falta a traductores como Mario Merlino, Ángel Campos Pámpano o Eloísa Álvarez para el ámbito de la literatura en portugués, o como Jordi Doce, Esteban Pujals Gesalí o Antonio Rivero Taravillo para el de la literatura inglesa; o reparar en la justificación de que una de las redactoras, para el caso de las traducciones del italiano o de autores como Leopardi o Manzoni, podría perfectamente tener entrada propia como traductora. Me refiero a Mª Nieves Muñiz, que escribe también sobre Ariosto y D'Annunzio.
Aunque esta última sea una lectura más impertinente, yo la recomiendo; pues es con la que más se aprende. Y depara, además, curiosidades. Por ejemplo, si puede llegar a ser lógico que en autores como el vicario Bernal Boyl o el catalán Amancio Peratoner y Almirall se desconozcan datos como los lugares y fechas de nacimiento y muerte, el primero del siglo XV, el segundo de finales del XIX; resulta curioso que sobre un buen traductor vivo de Maupassant y de Proust, y de tantos otros, es decir, sobre Mauro Armiño (Fernández Alonso de Armiño) no se sepan dar ni el lugar ni la fecha de nacimiento. En definitiva, esta segunda lectura es la que permite avalorar la calidad de un trabajo colectivo de tanta magnitud como este Diccionario histórico de la traducción en España, en el que se aprecia el buen hacer de la veintena de especialistas que han sido los responsables de secciones, atendiendo a épocas o a los diferentes ámbitos lingüísticos.
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