miércoles, febrero 03, 2010
Balompié
Ayer, solo, piqué algo en la barra de una cafetería del centro de Madrid. Solo y con mi periódico. A mi lado, tres hombres tomaban unas cañas y charlaban. Durante todo el rato, algo más de media hora, estuvieron hablando de lo mismo: de fútbol. Hubo un momento en que creí que eran actores que ensayaban alguna obra programada en alguno de los teatros cercanos —el Fernán Gómez del Centro Cultural de la Villa, el María Guerrero, el Marquina..., están cerca—, pues la conversación parecía obedecer a un plan previamente preparado. El mismo de todas las semanas, me dije. En primer lugar, la última jornada: la victoria del Real Madrid en Riazor y la derrota del Atleti en casa ante el Málaga; los goles, el taconazo de Guti... En segundo lugar, y bien hilado con lo último: los mejores goles que uno recuerda. Sólo escuché al que más voces daba decir que la mejor jugada ha sido la de Redondo frente al Manchester por encima de todas. Y, por último, entrenadores y sistemas de juego: Onésimo, nuevo entrenador del Valladolid, Michel y el Getafe, la destitución de Valverde en el Villarreal, tocar y tocar, ensanchar el campo y el juego por las bandas. Parecía irreal. Tan acostumbrado está uno a conversaciones llenas de anacolutos, de exabruptos, de titubeos y vacilaciones que acaban en nada...; lo de ayer fue lo que se dice una jugada al primer toque. Salí y allí quedaron: —Pellegrini sabe lo que hace —me pareció escuchar.
¡Si Franco levantara la cabeza! Menos mal que no va a poder.
ResponderEliminarEste es el país que tenemos. Un país donde la gente sólo sale hablar de fútbol, donde en lugar de conciencia cívica tenemos una enciclopedia de goles y penaltys en la cabeza. Que no la levantaremos nunca de verdad.
ResponderEliminar¡Dios mío, qué tremendistas sois...!
ResponderEliminarPellegrini no sabe qué hacer con tanto galáctico
ResponderEliminarAños hacía, Miguel Ángel, que no leía ni escuchaba la palabra balompié. Que, dicho sea de paso, me gusta más que fútbol.
ResponderEliminarAbrazo.
No dejan de asombrarme esas conversaciones en las que bajo una aparente improvisación existe un funcionamiento sistemático establecido, supongo, a partir de la repetición. Cierto día, en uno de esos cañeos que se alargan hasta la noche, el grupo decidió moverse hasta un bar que no solemos frecuentar, ¿y por qué?...porque había boda, señores..triste pero cierto. La cuestión es que allí estaba yo, con cierto número de cañas en el cuerpo y observando como exactamente cuatro amigas de mi edad (y resalto lo de mi edad, veinte seis años, porque me parece algo que le da mayor grado de patetismo, y con el hecho de que fuesen mujeres no quiero decir nada, simplemente describo como fue) se sentaban en dirección a la calle donde tenía lugar el desfile de la gente que con sus mejores galas iba hacia la boda. Sin apenas disimular, las cuatro, en linea (esta imagen me recordaba a los cuervos que se posan sobre el cable en la película de Dumbo) comenzarón una tertulia con los turnos perfectamente repartidos. Cada vez que pasaba uno de los invitados ocurría lo mismo. Una por una, en orden, iba comentando primero el atuendo (lo acertado o no, le queda estrecho, no le queda estrecho, como se ha puesto este, como se ha puesto aquella), y cuando cada una daba su opinión individual comenzaba un pequeño debate en el que quizás se diesen ya datos de la vida privada del susodicho. Ante tal ceremonia no tuve otro remedio que comentarle a una de ellas, con la que más confianza tengo, lo que me estaba pareciendo aquello, ante lo que ella me respondió algo que intento resumir en una frase que no es del todo literal, más o menos...."Es que esto funciona así, los que están allí saben de sobra que lo estamos comentando todo, y cuando estén aquí ellos harán lo mismo y nosotros también lo sabremos. Pero esto no es nada, las hay que van directamente a comentar en la misma puerta de la iglesia" En fin, que uno se niega a creer en los tópicos por considerlos del todo absurdos e injustos, pero hay veces en que caes en la cuenta de que algo de verdad puede haber en ellos, aunque, por supuesto, no está bien generalizar. Por cierto, con la oposiciones me toca hoy estudiar el Romanticismo...a ver que me dice Larra de todo esto...un saludo
ResponderEliminarElías, es que Miguel es de los castellanos de pro, que dicen "carta electrónica" en vez de "email", y "balompié" en vez de "fútbol"...
ResponderEliminar