Resulta ya una saludable costumbre abrir la temporada teatral en el otoño en Cáceres —¿qué otoño de manga corta y de terraza?— con un espectáculo de Yllana, asiduos del escenario del Gran Teatro. Brokers lleva más de un año girando desde su estreno, y supongo que con el mismo éxito que el primer día y que anoche en Cáceres. Estos maestros del teatro gestual volvieron a entusiasmar y a arrancar carcajadas con un espectáculo nuevamente centrado en un motivo —esta vez los profesionales de las finanzas—, como en ocasiones anteriores: ¡Muu! ,666, Star Trip... Los momentos de menor carga conceptual —un partido de squasch o una cura de estrés en un centro budista de meditación— se llenan de movimiento, de música y de gags cómicos muy cercanos al clown. Un homenaje. En las secuencias en las que hay mayor mensaje, el teatro se llena de sutilezas en otro tono, como ocurre con el relato de la gloria y el fracaso y la vuelta a la cumbre insolente del ejecutivo, en el que se concentra la mayor carga crítica del espectáculo, lleno de logros de expresión teatral y de aprovechamiento de los recursos escénicos y de gestos y objetos. Hora y media de teatro total —el de los actores— apoyado en la luz y el sonido que inocula al público una dosis o traca final excitante a manera de bis, como en los conciertos de música. Como en los conciertos. Sí. Vivificante. Platea de patio. Cinco sillas. Unas risas. Se agradecen.
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