Ayer fue un día de ocupaciones domésticas, con poco tiempo para la lectura. Si acaso, la del periódico, y muy por encima. Mi madre, que ayer cumplió 86 años, abre siempre el periódico por las esquelas. Yo no llego a tanto, pero casi todos los días me paro a contemplar el estado del obituario de la prensa. Ayer no, y no leí la necrológica de Juan Cruz sobre el traductor Mario Merlino (1948-2009). Ha sido hoy cuando me he enterado al leer en el mismo periódico un texto del poeta argentino Arturo Carrera que comienza: "Era el más genial. El más seductor. El más inteligente de la escuela."
Estuvo en Cáceres en octubre de 2006, y tuve la ocasión de charlar con él. Me pidió un texto para su revista, Vasos comunicantes, que se publicó en el número 37, de la primavera del año siguiente. Un testimonio de aquel encuentro en torno a la traducción. De aquel encuentro de Ágora. El debate peninsular me gustaría recordar luego —en la entrada de arriba— lo que se publicó en su Crónica.
Me afectan estas noticias. Me acuerdo de Ángel Campos Pámpano, y también de Eduardo Naval, sobre el que, a raíz de mi conocimiento de Mario Merlino, escribí algo para este blog y que todavía está en la lista de notas de provisión. Ahora estarán los tres hablando sobre sus traducciones: Lídia Jorge, Fernando Pessoa, Lobo Antunes, Nélida Piñon...
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