“Me acuerdo de mi madre cantando aquellas coplas que aprendió de pequeña, cuando la guerra” es el primer meacuerdo. “Me acuerdo de Georges Perec” es el último. (La génesis de la creación, o sea, la madre y Perec). He disfrutado con todo lo que hay dentro, sin que me haya afectado ese punto intransferible que tiene la primera persona que se expresa. Lo hace tantas veces desde la evocación de algo compartido, que llega a resultar asumible, y tan cercano…
Brillante es la cubierta de esta edición, con esos cromos de la colección “Vida y color”, propiedad de este escritor que recopila, archiva y acomoda para bien de todos los que algún día le lean y le conozcan. Y me acuerdo nítidamente de haber leído estos textos sentidos, en una habitación numerada, 226:
ME ACUERDO de cuando tenía que lavarme frotándome los codos, las rodillas y los talones con jabón de sosa y piedra pómez. Durante mucho tiempo creí que pómez, como Gómez, o Pérez, era el apellido del fabricante de aquella tortura llena de agujeros y rugosidades. Le odiaba en cada lavado.
Je me souviens es, también, el lema de la ciudad de Quebec, en Canadá. No sé si tendrá algo que ver. Quizá sí.
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