sábado, mayo 23, 2009

En la Feria del Libro de Badajoz

Otro año en la Feria del Libro de Badajoz. Esta vez con más intensidad. Dos actos espaciados por unas quince horas. El jueves, en el homenaje a Ángel Campos Pámpano. Disfruté desde el momento en que Eduardo Achótegui apareció una hora antes del acto, en “La Marina”, con varios ejemplares del libro editado por el Ayuntamiento pacense y diseñado por Luis Costillo. Disfruté por este testimonio impreso en homenaje a nuestro amigo porque es lo que realmente quedará de un acto emotivo y multitudinario, como era de esperar. Qué lástima no haber estado por la mañana con los chicos de los institutos que devolvieron a Ángel tanta entrega y generosidad a lo largo de años y de generaciones de bachilleres. Gonzalo y yo llegamos a Cáceres pasadas las once y media de la noche. Él todavía tenía carretera hasta Plasencia.
El viernes por la mañana volví a la misma carpa, a la misma mesa, con mucho menos público y con mucho más ruido en el exterior, para presentar, junto a Francisco Espinosa, Antonio y Mariano Otero San José, la antología de la Obra periodística y literaria del padre de estos dos últimos, del escritor extremeño, de Cabeza del Buey, exiliado en Francia, Antonio Otero Seco (1905-1970). Editada en la colección “Rescate” por la Editora Regional de Extremadura, es la primera vez que se difunde ampliamente la obra de este periodista, profesor en la Universidad de Rennes y crítico literario en Le Monde. La misma Editora, a continuación, presentó otra novedad, la antología Segunda vuelta de Moisés Cayetano Rosado. “¡Qué precioso!”, exclamó una mujer entre el público al finalizar el autor la lectura de uno de sus poemas. Comí en Badajoz, en el Zurbarán, y me acordé de Ángel, de tantas veces allí, por tan diversos motivos literarios.
Al llegar a Cáceres, me llama Álvaro Valverde para darme la noticia, todavía difusa, de la muerte de Lola Santiago (Granja de Torrehermosa, 1952). Otra vida literaria rota. No la conocí. Sí algunos de sus poemas, sí algunos de sus artículos en ABC. Sí a su desconsolado hermano, a quien mando un abrazo en este sábado extraño en que me entero de la muerte de Rafael Conte (Zaragoza, 1935). Por no salir de ABC, recordaré lo que escribió en sus páginas Conte sobre su oficio allá por el verano de 1990: “No sé si soy un buen crítico, ni siquiera si un escritor, a pesar de que escribo casi sin parar. No tengo ningún poder, ni lo quiero, sólo me conmueven los libros, las mujeres y la buena gastronomía. No sirvo más que al libro, lo mejor que puedo y sé, y nunca me he negado al debate ni a la crítica. Cualquier libro, por el mero hecho de serlo, merece todo mi respeto, por lo menos antes de leerlo. Después, la literatura dirá. Y después del libro, sólo respeto al público, pues en medio de ambos me sitúo. Y lo demás es silencio, con perdón.” Hablamos de él Gonzalo y yo en nuestro viaje de vuelta desde la Feria del Libro de Badajoz.

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