Mi compañera Maribel Rodríguez Ponce, que además de profesora de Lingüística es una consumada contralto, me ha enviado esta fotografía en la tumba de Antonio Machado en Collioure. Ella y otros colegas se acercaron desde Perpignan el mismo 22 de febrero, sin acordarse de que se cumplían los setenta años desde la muerte del poeta y aquello, claro, estaba lleno de autoridades de allí y de aquí, de Andalucía principalmente. Pasado el gentío y lograda una relativa tranquilidad, fue emocionante, me dice.
Me ha llegado el recuerdo con la lectura reciente de una carta del alcalde de Collioure, Michel Moly, que publicó El País el pasado 3 de marzo, como réplica a una columna de Almudena Grandes en la que recordó al autor de Campos de Castilla con una crítica innecesaria al pueblecito francés que lleva setenta años acogiendo a tan ilustre vecino y a todos los que le recuerdan y acuden allí para rendirle su particular homenaje.
El suelo donde está enterrado Machado es España, aunque esté en Colliure.
ResponderEliminarEn uno de mis viajes que hace casi tres años tuve que hacer a Moscú, el vuelo de Swiss Air que había partido de Zurich, al llegar la hora de la cena ofreció a un grupo de judíos ortodoxos un menú específico y distinto (kosher) al del resto de pasajeros. Ellos, llamativamente diferenciados con sus barbas, sombreros... llevaron a cabo con sus minúsculos breviarios en hebreo una ceremonia previa a la toma de sus alimentos puros gestualmente hiperbólica de cabezadas y oraciones.
ResponderEliminarCuriosamente yo iba leyendo un libro que aludía en ese momento a las palabras evangélicas de Jesús de Nazareth que desvelaba que lo que hace impuro al hombre no era lo que entra en su boca sino lo que sale de ella.
Hace tiempo que hay escritores, columnistas -incluso medios- que se me hace muy difícil concederles el más mínimo interés o seguimiento. La vulgaridad les preside, la zafiedad y orgullo -o ignorancia de manejarse habitualmente en ella- mueve sus zarpazos y descalificaciones. Dejo esa lista abierta a quien la quiera hacer. Me reconforta escuchar a amigos también cansados de atender a estos supuestos intelectuales, tan incapaces, tan variables según se aguanten o no a sí mismos ese día.
La inteligencia, el artificio o cualquier otro apoyo lingüístico o literario no son nada si no preside la hondura lo que hacemos. Suscribo plenamente las palabras del alcalde de Colliure sobre el reposo de Machado en su cementerio y la sencillez de su tumba. Hace poco un reportaje -creo que de tv3- rescató la estancia y final de los Machado -iba también su hermano José- en Colliure hasta la muerte de Antonio y de su madre y la acogida a cambio de nada durante esos dos meses finales de unos famélicos y derrotados exiliados en aquel hostal y población que le enterró con una colecta pública, respetuosos con un gran poeta español al que no habían leído. ¿Quién pensó en cobrarles una factura por acogerles ese tiempo?
Di mi primer año de enseñanza en Soria. Me sobrecogió conocer ese paisaje, esa ciudad y provincia que recorrí todo lo que pude, como tener que explicar y leer a A. Machado por primera vez en esta tierra... Hace ahora dos días que había leído a mis alumnos de la ESO en Mallorca sus poemas castellanos que me vuelven a hacer un nudo y me sobrecogen. Sé que hay algo especial en este hombre. (Recuerdo también a Manuel y lo reivindico, poéticamente murió también con la guerra, no creo que tras este drama pudiera ser el mismo hombre)
Lo demás son mercaderes que degradan lo que no entienden. Los grandes literatos reflejan no una moral especial -opinable, casi siempre vieja, limitante- sino una resonancia que va más allá de, como en Antonio, su apariencia modesta y palabras sencillas. En la vida no hay casualidades sino confluencias. Hay autores que nos permiten ir más allá, y en su búsqueda respetando la esencia de las cosas, nos hacen conectar con la propia nuestra. De ahí su grandeza. En Antonio no se da sólo una gran literatura, sino una puerta para descubrir -como lectores o escribiendo- la nuestra. Invito a releer su poética escrita en 1931 que antecede a sus poesías completas de Espasa. Es uno de los autores que al hablar de sí mismo, nos habla de nosotros. Tras leerle, ya hemos ido al interior de nosotros y podemos hablar de otro modo. No hay retorno, hemos cambiado. Hay que empezar a hacer una lectura de la poesía más allá de los críticos.
Quien no se conforma es porque no quiere.
ResponderEliminarGracias, Carlos.
ResponderEliminarMiguel Ángel, magnífico tu post y el comentario de Carlos Medrano. Felicidades a ambos.
ResponderEliminarUn abrazo.