lunes, febrero 09, 2009

El árbol de la literatura (1ª parte)

El sábado conocí a un sociólogo y teórico de la educación. Fue en un contexto nada intelectual. En el ambiente festivo y desenfadado de un buche extremeño en una casa de campo cerca de Cáceres. Hablamos sobre literatura; sobre, al menos, mi vivencia de la literatura. Fue eso que ocurre cuando alguien inteligente que sabe más que tú te pregunta como si no tuviese ni puñetera idea de nada. De las ramificaciones de lo literario desde siempre, del árbol de la literatura —del que siempre ha hablado Juan Goytisolo—, me acordé. Y he tenido presente desde ese momento, hace dos días, un libro que tengo sobre la mesa, ya leído y a la espera de unas notas en este sitio.
Es Quijote e hijos (Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2008), de Julián Ríos, un hijo, si se me permite, de Juan Goytisolo. El libro reúne algo más de media docena de ensayos de los que me gustan. Me gustan porque narran lo que le ocurre a alguien que reflexiona. Y lo que ocurre a alguien que reflexiona sobre libros puede ser visitar una librería. Que alguien cuente antes de hablar sobre un libro —pongamos, en el caso de Julián Ríos, que habla sobre Momentos de la vida de un fauno, de Arno Schmidt— que una niña señalaba con el dedo... Me gusta porque estoy escribiendo algo parecido. Quiero aportar sentido al que se lo dio a un texto a partir de un libro comprado hace poco, con sus circunstancias. Y ojalá supiese expresarlo como lo hace Julián Ríos en esta genealogía literaria u océano en el que se comunican Joyce con Mann, Cortázar y Machado de Assis, entre tantos, desde esa centralita de cuyo nombre no quiero acordarme.
“El bosque, muy espeso, no dejaba ver los árboles.” Así comienza la “Nota preliminar” del libro de Julián Ríos. “En un lugar de la Mancha empieza también, y por partida doble, esta travesía quijotesca”. Así comienza el primer capítulo del libro de Julián Ríos.
Ojalá pueda dedicar unas palabras aquí, cuando sea, a Juan Casassus, el autor de La educación del ser emocional. Le conocí el sábado en un buche.

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