jueves, noviembre 27, 2008
Un precario ejercicio de memoria
Leo a Ángel Campos Pámpano. Escribo sobre él. Leo textos sobre Ángel. ¿Leo o lloro? Lloro y leo. Volvimos hace horas de San Vicente, de donde es la carta de Álvaro; y he vuelto a llorar —o sea, a leer— a Ángel. Y he mirado por aquí, donde él me leía, y en donde dejó alguna palabra que hoy imagino con su voz. Un prodigio con su punto de crudeza. La bitácora con sus fechas: 17 de mayo de 2006, su premio. 24 de marzo de 2007, su lectura, memorable, en el Aula Valverde de Cáceres, que tanto alentó. Un comentario de amigo el 5 de septiembre del año pasado. En Lisboa, después del día de los enamorados. El premio más reciente, el 2 de octubre, que recogí de él pidiéndome discreción hasta que se difundiese a los medios. Y la pena del martes. No habrá olvido.
Miguel Ángel, me han emocionado mucho tus palabras y vuestra foto. Soy yo quien tiene que daros el pésame a vosotros. En el duelo y en San Vicente, todos los amigos y familiares se acercaban a mí y me decían "lo siento", como si lo sintiesen por mí. Vosotros lo conocíais desde hace... ¿20 años, 15...? Yo sólo desde hace dos. Me da vergüenza que me hayáis apoyado tanto, cuando vuestro amor por Ángel tenía unas raíces mucho más profundas que las mías.
ResponderEliminarNo sé cuándo la desesperación se va a convertir en dolor, y el dolor en pena. Espero por mi bien que sea pronto. Aunque también espero por mi bien que tarde mucho. Te abrazo. Montse.
He recibido estas palabras de un amigo que prefiere que no diga su nombre: "Gracias a […]supe del comentario de Montse dejado en tu entrada del 27 de noviembre. Lo he leído y releído luego en voz alta a la gente de casa y, dadas las circunstancias, me resulta impresionante. Qué fuerte, qué inteligente me llega lo que dice -desde esa verdad vital inevitable- y qué valioso que Ángel contara con alguien así como pareja en sus últimos años."
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