Qué mejor sitio que Oviedo para leer, desayunando, lo que traía la prensa sobre la presentación en Madrid el pasado jueves de esta obra de una asturiana como Olvido García Valdés. El título Esa polilla que delante de mí revolotea proviene de un poema de caza nocturna (1997) por el que ronda la incertidumbre, la enfermedad, el tiempo... Poesía reunida (1982-2008), Barcelona, Círculo de Lectores y Galaxia Gutenberg, 2008.
Había dejado antes de marcharme algunos apuntes sobre esta magna edición de su poesía, y los retomo ahora, como hago con la lectura completa de los primeros textos, los que fueron desde 1982 a 1989 (El tercer jardín, Exposición) y que ahora se recogen bajo el título de La caída de Ícaro, el de un díptico en el que se reconocía parte de la mirada posterior de Olvido.
Me suena haber hablado en otro momento sobre Olvido y su sincretismo poético —por pensamiento y emoción— y, también, esa voluntad de fundir experiencias diversas de conocimiento y de expresión artística, o no, de la realidad. La lectura sobre una obra de arte o la de un gesto del artista, o la interpretación precisa de una actitud o una palabra cotidianas que generan el poema. O, claro está, la contemplación. De los árboles, por ejemplo.
“Escribir notas de poética sólo sirve para señalar en qué dirección miramos cuando hablamos de poesía”. Así abre Olvido el apéndice de esta edición que incluye algunos textos sobre o “De la escritura”. Contiene algunas reflexiones antiguas, otros textos promovidos por lecturas poéticas o el más reciente “Después de Y todos estábamos vivos”. Son esos textos sobre los que algunos escritores se excudan y que a mí casi siempre me parecen soberbios y con profundidad. Por eso, el final de la lectura de este espléndido volumen termina tan en lo alto: “De la intimidad y el exterior, o en los bosques moramos”.
Mira, éste era uno de los libros pendientes que tengo en Círculo...
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