miércoles, septiembre 24, 2008

Una opinión

Ayer leía el artículo de opinión —que no otra cosa era— de José Yoldi en El País sobre la propuesta de Carlos Dívar como candidato para presidir el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo y me acordaba del editorial de hace casi quince días en este mismo periódico. Se titulaba con contundencia “La desfachatez”. Sobre el pacto de los dos para poner ahí a los suyos en esto de la renovación judicial.
Pero, además de reparar en que el texto de Yoldi se para a decirnos que Carlos Dívar, malagueño que el último día de este año cumplirá 67, está “soltero, no es ninguna lumbrera jurídica y no se le conocen artículos o publicaciones que hayan marcado tendencia en el ámbito del Derecho”; lo que realmente me ha preocupado es eso de que

“su discreción es una auténtica tortura para los periodistas.”

Todavía estoy ojeando —en pantalla— el Libro de estilo de El País.

3 comentarios:

  1. Pues es largo, así que descanse usted los ojos.

    Y con respecto a lo que te ha preocupado, todavía estoy intentando desgranarlo yo. Los juicios son públicos, por ley. Salvo que el juez diga lo contrario, que es casi nunca. Así que un juez no puede ser discreto en su trabajo (está a la vista de todos).

    Así que no acierto a imaginarme por qué el periodista se siente tan torturado. A no ser que pretenda preguntarle aspectos puramente privados. Y si son aspectos privados, no deberían publicarse.

    Ah, no, que eso era antes.

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  2. soltero, discreto,... parece un anuncio de esos. ¿Tan difícil es informar? ¿Es relevante la soltería? ¡Hasta qué edad es relevante ese estado?

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