Farmacia en la calle San Pedro, Cáceres. 12.10 horas. Una pomada para la rodilla de mi madre, y una pasta para prevenir la periodontitis —de mi madre, no. Mientras espero frente al mostrador en el que espero encontrar folletos de productos medicinales y cosméticos, cojo esta tarjeta.
—Aquí nos dejan de todo —me dice el mancebo con media sonrisa.
Quizá hemos pensado en lo mismo, en cierta rareza, en ese aspecto inusitado que a mí me lleva a escribir aquí este item. La realidad, luego, me ha sacado de mi error. Carmen me ha dicho que conoce a novios para casarse —valga la redundancia— que han ensayado durante un tiempo para el vals de la boda. O sea, que hay demanda.
Me alegro; no de la demanda, sino de que los que la cubren se ganen la vida. Sea. El vals. Una languidez que revierte, como en el poema de Vicente Aleixandre.
Que bonita esta entrada.La tarjetita parece de otra epoca.Me recuerda a los anuncios que aparecian en el ByN de los años 20.Tambien han pasado por mi cabeza los programas de las fiestas patronales de hace muchos años,Me encanta la mencion de pomada y de madre.¿Y la palabra mancebo?No se puede decir mas con menos.pPara mi gusto hubiera preferido botica .Gracias.
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