Mi conversión de ayer de las densas páginas de Razón de mudo (Aprender a esperar), al formato electrónico debe entenderse como una manera de destacar la calidad del texto, por la gana de que el medio se llene de literatura como la que ha salido de la mano de Agustín Villar. De una mano, diré, incontinente, desbocada según qué razones —aunque la principal sea esa necesidad de la palabra...—, que se nos revela así, con un montón de textos, con varios libros en uno, sin anestesia, sin pensar —y por qué sí— en que tanta cantidad de vida, pensamiento y literatura pueda resultar excesiva. Estoy seguro de que para algunos será así. Y, paradójicamente, será para los que simulen haber leído las 437 páginas de este libro espléndido y que, sin embargo, sólo las hayan hojeado. Para éste que ha leído el libro de su cabo a su rabo, y mucho de él durante las horas raramente palpables de un hospital, sólo enumerar la cantidad de sugerencias, complicidades e iluminaciones que aporta su lectura le aleja de cualquier sospecha de indigestión de alta literatura, algo tan antagónico como antiagónico. Por otro lado, es muy difícil mantener a lo largo de tantas páginas un interés de concepto tan uniforme y evitar indeseadas reiteraciones en este medido flujo de conciencia que insiste sobre el amor, la creación, la muerte, las ideas, la lectura... O sea, lo de siempre.
“Quizá sea el escribir una buena terapia de autoafirmación” [321], dice el escritor. “Tú sabías por otros que escribir es ceder a la tentación de ser Dios, algo imposible e irremediable.”[105], dice otra voz del escritor, que construye un libro de libros, un libro, como quiere el autor, híbrido y mestizo, múltiple, ambiguo, “un mamotreto fragmentario” [265], con un acierto artístico que se convierte en defecto que no solemos tolerar en las personas, mirarse mucho a sí mismo. Quién no.
He recibido una circular de Ezequías Blanco, el director de la revista Cuadernos del Matemático, que va a cumplir los veinte años de existencia con su número 41-42 que aparecerá en febrero de 2009, en la que pide colaboraciones para el acontecimiento. Voy a enviarle un par de páginas sobre Razón de mudo, si lo tiene a bien.
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