domingo, febrero 10, 2008

Afterplay

Es una alegría ver el Gran Teatro lleno de gente que ha acudido a ver un montaje teatral como Afterplay. Sobre todo, porque el texto es excelente. Conocemos la versión de Juan Caño Arecha sobre el original de Brian Friel, un homenaje sentido a Chéjov. También es cierto que las razones por las que acude el público al teatro como acudió ayer sábado por la noche no hay que buscarlas en la dirección de un tal José Carlos Plaza o en la obra de un escritor irlandés. Más bien, diríase, en lo que escuchamos a una señora de la fila 8 nada más empezar la obra: —Tiene que ser ella, porque la voz es la misma.
Blanca Portillo y Helio Pedregal, que son dos grandes actores, consiguieron esa magia del teatro de dar más vida a un texto tras el que está la mejor literatura, el mejor teatro, incluso el cine (hay quien no va al teatro y ha visto películas como Tío Vania y Las tres hermanas), y, cómo no, la música, desde el viejo y desgastado estuche de un violín hasta una ópera como La bohème de un tal Puccini del que no tenemos la certeza de que haya muerto. Dos grandes actores, tan enamorados del teatro, cuya responsabilidad sobre lo que ayer vimos va más allá de una actuación sobresaliente.
Es una alegría ver el teatro lleno. Pero..., y no es por prurito de minoría selecta, de verdad. Sé que esta obra se ha representado en salas de pequeño formato —en la ‘pequeña’ del Español de Madrid, por ejemplo—, en las que el público habrá podido disfrutar o participar de los pequeños detalles sobre los que está concebida esta obra y sentirse más cerca de los dos únicos actores que llenan la escena de principio —y antes— a fin. Ayer no fue así. Toses, quejidos de los asientos, más toses, el sonido de algún teléfono..., los signos de la afluencia masiva y rara al teatro.

9 comentarios:

  1. Mea culpa...siempre me quejo de que sólo hay teatro en madrid..y cuando algo viene por Coruña, o no me entero, o no me acerco...tienes toda la razón!

    ResponderEliminar
  2. Me ahorro el comentario de la obra, que no me gustó tanto como a ti (las comparaciones son odiosas). Pero se te olvida decir que, además del ruido de los móviles, están esas pantallitas, abiertas durante todo el día, porque la gente va al teatro pero no puede desasirse del teléfono...

    Horroroso. Algún día va a pasar que alguno pida que paren la función (o el proyector, porque en cine pasa casi lo mismo) porque tiene que ir al baño. El concepto de "obra de arte en el tiempo" no está tan asumido como a mí me gustaría...

    ResponderEliminar
  3. Luis, ¿no fue en noviembre cuando estuvo allí la obra? Conozco tu blog (http://chaquetinaporsirefresca.blogspot.com). Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Puede ser pero repito...."cuando algo viene por Coruña, o no me entero, o no me acerco..."

    Conoces mi blog? Vaya, sorpredente!

    ResponderEliminar
  5. Puede ser que estuviera aqui...pero reitero..."y cuando algo viene por Coruña, o no me entero, o no me acerco..."

    Me sorprende que conozcas mi blog..puedo saber de qué?

    ResponderEliminar
  6. Decía que puede ser que estuviera , pero como pongo en mi comentario de más arriba, me quejo de que nunca hay teatro en mis dominios pero después cuando lo hay no me entero o no voy....

    Ahhhh, acabo de ver que tienes moderación de blog habilitada...osea que recibirás tres comentarios estúpidos mios..esta bien... ;)

    ResponderEliminar
  7. Lo siento, Luis, pero entendí tu "mea culpa" como si te hubieses perdido la representación de AFTERPLAY en Coruña hace nada, después del sábado, cuando estuvieron en Cáceres.

    ResponderEliminar
  8. en qué quedamos, en que queramos que la gente vaya al teatro o que nos molesta cuando hay "demasiada"? Para mí es una buena noticia que fuera tanta gente, a pesar de los ruidos.

    ResponderEliminar
  9. Por supuesto, Iván; es una alegría que la gente vaya al teatro, y que siga yendo. Pero los ruidos, molestos.

    ResponderEliminar