La expectativa fue ayer que creíamos que era una obra de teatro. Nadie podía saber por el programa de mano de qué espectáculo se trataba, en el que se leía la “propuesta de Octubre Teatral”. ¿Una comedia? Seguro que no. Una tragedia, más bien. Del elenco, se reconocía a una cantaora y a un pianista y percusionista; pero el resto, dos, “Ignacio” (Sánchez Mejías) y el “Toro”, eran actores. Y nadie sabía que iba a encontrarse con dos excelentes bailaores.
Y es que yo creo que esto influye en el ánimo del público. Porque éste, cuando sube el telón y la sala se inunda de una música en directo, bien interpretada al piano (por Rafael Plana), y la escena se llena del movimiento de dos cuerpos como los de Frederic Gómez y Nacho Blanco, cree que todo no es más que la introducción sublime de una acción teatral dialogada en la que el texto de Lorca o su silueta van a ser fundamentales. Y no.
Así, claro, el público afronta el principio de la función esperando. Y no hay cosa peor que empezar esperando en una función teatral. Porque lo que se espera no llega. Y nunca llegó.
Lo mejor fue que la espera se llenó de buen hacer. —¡Qué difícil es hacer algo así!, me dije y dije al terminar la obra entre bien sonoros aplausos. La música de Granados y los versos de Lorca, aunque parezca mentira, no son suficientes para contentar a nadie con una “propuesta”. Pero ayer fue, a pesar de la expectativa, más que suficiente. El estreno absoluto de Cáceres servirá sin duda para pulir algunos problemas de la ejecución —del cante y del movimiento—, y también para proclamar que este espectáculo merece mucho el ser visto por cuantos más amantes de la belleza mejor.
Y lo mejor de este item: la ilustración es un poema visual de © Antonio Gómez, "Homenaje a Lorca".
Esto... Creo recordar que en la rueda de prensa se específicó que el espectáculo era de cante y baile. Lo que no sé es cómo sería la puesta en escena... Y no leí la noticia en los periódicos, así que no sé qué pusieron o que explicaron de El Llanto.
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