De poco usada da la palabra “asombrar” el Diccionario de la Real Academia Española en su acepción de dar sombra o ensombrecer. Covarrubias en su Tesoro no la refiere, y da como significado de assombrar: “Espantarse de la sombra, vicio de bestias cortas de vista.” Hoy, los diccionarios recogen el significado de “Causar asombro a alguien” o “Sentir asombro por algo”. Como el magnífico Diccionario del español actual de Manuel Seco, que lo pone como principal, pero acompañado del otro, el de “Dar sombra a alguien o algo”. Que era la primera acepción del verbo en el Diccionario de Autoridades de nuestro siglo XVIII: “Obscurecer, hacer sombra una cosa à otra.” Y la autoridad, Quevedo, y su jácara rufianesca de la Méndez a Escarramán:
A la sombra de un corchete
Vivo en aqueste lugar,
Que es para los delincuentes
Árbol que puede asombrar.
Mal hicieron los académicos usando el ejemplo de Quevedo sólo en esta acepción, tan etimológicamente correcta y racional. El ejemplo del poeta, es obvio, valía por dos.
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