No es preciso del todo —ahora— que la imagen de abajo se vea con claridad. Se trata de una página del mecanoscrito del último libro de poemas de José Antonio Zambrano, del que di cuenta aquí el 10 de diciembre del año pasado, y sobre el que ha hablado con acierto recientemente Jesús García Calderón en su blog. Qué bien.
Ese documento me lo dio el autor en Mérida en junio de 2005, y sobre él hice mis anotaciones y más tarde recogí algunas variantes con respecto a otras versiones enviadas por José Antonio y, finalmente, a la definitivamente publicada.
Dice mucho del modo de escritura del autor. Aunque quizá no sean más que adornadas fruslerías de filólogo. Sin embargo, no es nada insustancial el contenido del libro, cómo se expresa esa voz que es de un ‘yo’ que sabe que la libertad es el aire, que tiene los ojos cansados de mirar a las sembradoras de romero, que quiere seguir el curso de los que no tienen presente... Qué torpe forma de remedar unos versos que el lector debe conocer por sí mismo. (Sé, sin embargo, de la expresión de ese 'yo' que recorre una obra poética extendida en varias décadas ya, y sé del rincón recogido desde el que se bate con las palabras). Recomiendo vivamente la lectura de este libro. Razón: Treinta minutos de libertad. Madrid, Calambur, 2006.
Benditas fruslerías de filologo... Otro título para la pila de pendientes... Un saludo.
ResponderEliminarMaestro, tan atento siempre. Bien sabe usted que Zambrano es uno de los grandes que aún resisten. Pura tura.
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