martes, noviembre 14, 2006

Los discursos del gusto, apud Francisco Rico

“Si al principio de un relato se ha dicho que hay un clavo en la pared, ese clavo debe servir al final para que se cuelgue el protagonista”. Me he acordado de esta frase de Chéjov citada por Francisco Rico... Para no resultar pedante e instalarme en la natural franqueza, que hace tan poco daño y es tan buena como confesar soberbia, diré que me he acordado de Rico, que cita esa frase de Chéjov en uno de sus breves textos de promoción de su “Biblioteca Clásica” que aparecieron hace algunos años en la revista Qué leer. Rico ya había traído sabiamente la frase en un ensayo antiguo.
A lo mío. Que me he acordado de Rico y de lo del clavo al hablar en clase, un año más, de las piezas de ese “sistema cabal” que es el texto artístico. A veces pongo el ejemplo elemental de la imagen del Padre de El tragaluz de Buero recortando con sus tijeras de las revistas ilustradas.
Y de esto a lo otro. Que Rico recogió estos breves textos y otros muchos en un volumen misceláneo de notas y nótulas sobre clásicos y contemporáneos titulado Los discursos del gusto (Barcelona, Destino, Col. imago mundi, 40, 2003). Compré el libro hace años y hace poco lo difundí para decir que en él se incluía el dibujo de Juan Manuel Rozas que hizo Eduardo Arroyo (Garibay, por Francisco Rico y Eduardo Arroyo, Paris, Maeght Éditeur, 1999) y que utilizamos para el homenaje a Rozas en los veinte años de su muerte. Y que fuera de envidias, pleitos y memeces, y con la debida justicia intelectual, este libro, Los discursos del gusto. Notas sobre clásicos y contemporáneos —dedicado “A Chomin, con quien tanto he reído”—, que reúne gran cantidad de textos escritos desde 1983 para públicos distintos de los especialistas, deberíamos llevarlo periódicamente algunos profesores a clase para leer fragmentos, señalar propuestas y caminos, incitar a la lectura o, simplemente, mostrarlo en lo que tiene de muestras lúcidas de “un cierto modo de entender y gustar la literatura.”

1 comentario:

  1. Escúchate, escucha, escucha, escucha, yo, soy,tengo, mi, me, ego... ¡Cómo se repite el mismo eco una y otra vez! ¡Por Dios!

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