sábado, diciembre 03, 2016

Víctor Infantes (II)

PRIMERA PARTE DE «EL BIBLIÓFILO VÍCTOR INFANTES»

Aquí se contiene la dulce y verísima relación parcial de la trayectoria de un bibliógrafo, bibliófilo, erudito y sabio hombre sensible con buenos fines y de lo que ha dado a conocer como hijo de sus obras. Impresa con licencia por la UBEx, que le recibe, en este año de dos mil y tres, en el mes de marzo, a los pocos días de la muerte de don José Manuel Blecua y en tiempos ya de guerra infame.
Son más las ocasiones —salvo que leamos poco y que sólo leamos a los amigos— en las que, con Cervantes, conocemos las obras, los libros, antes que a sus hijos, o sea, a sus autores. Según mi chato razonamiento y evocando aquello de que cada uno es hijo de sus obras, que dijo don Quijote ante el rico labrador Juan Haldudo, vecino del Quintanar, se trata de que el autor, creador y padre de siempre, no es más que criatura e hijo de lo que ha hecho. O sea, que cada uno es hijo de sus obras. Y nótese que la frase queda recogida en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales del maestro Gonzalo Correas, extremeño de la Vera, editado modernamente (1992) por el maestro Víctor Infantes, hijo, así, de esta obra. Son, pues, más las veces que conocemos los libros antes que a sus autores. Y al maestro Víctor Infantes, que ahora llega aquí por librescos vericuetos y liberales vericuentos, conocí antes por sus obras, que son las que justifican esta verdadera relación. Corría mi tercero de carrera cuando cayó en mis manos su edición de Visor de la Dança de la muerte, y a partir de ese momento (1982), para ese estudiante de filología, el nombre de Víctor Infantes se formaliza. Luego, o sea, después, a algunos nos llega el momento de toparnos con la realidad visible del hijo de la obra, y a mí me llegó esa realidad en dosis siempre escuálidas comparadas con las que a lo largo de estos años me han ofrecido sus escritos. La contemplación admirada de la edición corregida y actualizada del Nuevo Diccionario Bibliográfico de Pliegos Sueltos Poéticos (siglo XVI) de Rodríguez-Moñino, publicada en 1997 por Castalia y la Editora Regional de Extremadura —¡qué importante esta presencia!—, que cuidaron y mimaron Víctor Infantes y Arthur Askins, al lado de mi encuentro con el primero en Badajoz en unas jornadas bibliográficas organizadas por la UBEx. La lectura de un texto sobre poesía visual y sobre un extremeño como Antonio Gómez al lado de un encuentro con Víctor Infantes en la Universidad Complutense en el Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas en el que se habló del Lazarillo de Barcarrota. La lectura, por fin, de una deliciosa glosa de la glosa, desde Harold Klett a Xavier da Cunha, en La Biblia de los Bibliófilos (2000), al tiempo de una honrosa colaboración con el sabio doctor Infantes en una sabia tarea relacionada con los libros y con su estudio, hace pocos días, con Julián Martín Abad, otro sabio.  La labor desarrollada en los últimos treinta años por Víctor Infantes, que da clases de literatura española en la Universidad Complutense, ha recorrido aspectos de nuestra historia cultural muy necesitados de atención y de revisión. Aun con predecesores tan colosales como Rodríguez-Moñino, Eugenio Asensio, José Manuel Blecua, Máxime Chevalier, G. Di Stefano, Mª Cruz García de Enterría, etc., algunos trabajos de Infantes se han convertido en obras inapelables por su rigor. Los varios centenares de ensayos publicados por este investigador se han centrado principalmente en la historia literaria de la Edad Media y de los Siglos de Oro (En el Siglo de Oro. Estudios y textos de literatura áurea, publicado en 1992, reúne artículos diversos desde 1980 a 1989), con aportaciones fundamentales en campos como el de la literatura popular y sus formas de difusión, con el estudio de los pliegos sueltos, por ejemplo, en repertorios y análisis de excelencia, como su edición y estudio, en colaboración con Pedro Cátedra, de Los pliegos sueltos de Thomas Croft (Siglo XVI), de 1983, o su balance bibliográfico sobre los pliegos sueltos poéticos del siglo XVI que publicara en el homenaje a D. José Simón Díaz en 1988, o esa reedición fundamental ya citada del diccionario de pliegos sueltos de Rodríguez-Moñino. (Sigue)

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