viernes, febrero 01, 2013

Intemperie


Es una novela que ha nacido con muchos adjetivos en solapa. Conmovedora, poderosa, apasionante, excepcional, excelente, cautivador, sobresaliente, maravillosa, asombroso, hermosa... No sobra ninguno; y faltan otros; pero no hay que abusar, que el empalago es indigesto. Es precisa y sugerente —lo sabía— esta primera novela de Jesús Carrasco (Badajoz, 1972) tan bien anunciada y recibida y que acaba de publicar Seix Barral inaugurando el año, Intemperie. La novela tiene tanta fuerza que no creo que nadie la olvide a la hora de hacer recuento de lo mejor publicado en 2013, y todavía queda mucho año para que salgan títulos. Me ha cautivado esta forma de relación amorosa y apasionada con las palabras, que no resulta en ningún momento cargante y que tanto se acerca al modo en que el poeta se relaciona con el lenguaje, esa herramienta sublime. Yo creo que aquí está el valor y la potencia de Intemperie, que logra despojar al relato de nombres y fechas para que todo se concentre en la expresión verbal que puede estremecerte con la lectura de una colilla marrón situada en el momento preciso de la historia; quiero decir, de la página. Esto debe de ser lo que desconcierta a quienes preguntan en estos días de expansión de la novela a Jesús Carrasco sobre su origen rural, sobre el tiempo, sobre la pista —dicen— que es el sidecar... Parece que tenemos que tener un referente tangible para que demos crédito de literatura realista a lo que nos llega como literatura realista. Pues no. Intemperie es tan realista como un poema de Olvido García Valdés, por ejemplo, de Lo solo del animal. Y yo creo que este narrador que es Jesús Carrasco es un buen lector de poesía, y que la poesía es base primordial de la intención de su novela. Una novela que no tardará mucho en ser puesta en imágenes. También parece que hay que buscar parientes literarios reconocibles a un texto para que no nos perdamos; aunque no tengan nada que ver. Imaginemos a qué autor puede asociarse una novela bien escrita que es rural y en la que hay una rata desollada a la lumbre. Malo; porque todo el mundo repite luego estas cosas y el autor se queda con ese recolguín hasta los postres. Imaginemos que teorizo sobre esta mirada literaria hacia la autenticidad de lo rural que en la tradición más cercana recojo de un Julián Rodríguez —otro talento FNAC— y de parte de sus Cultivos (Mondadori, 2008). En fin,  no todos los días siente uno la necesidad de releer un libro nada más terminarlo.

3 comentarios:

  1. ¡Qué atrevido! ¿Es que no sabe que se dice "interperie"? Ja ja.

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  2. Vaya, pues habrá que leer esa novela. Hacía tiempo que no aparecía en este blog una reseña tan desbordante de entusiasmo.

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  3. Cada vez que oigo a los críticos decir que estamos ante el nuevo Delibes, que esta es la novela del año y que no sé qué y no sé cuántos, me echo a temblar. O hay una campaña de publicidad brutal detrás... o es de estos libros que te lees y a los diez minutos te olvidas. Fijo.

    Entrevisto o entrevistaré a Jesús Carrasco el miércoles (si no ocurre nada, que llevo detrás de él tres semanas, oye). Ayer empecé (y acabé) de leer Intemperie.

    Joder. Qué buena es. Pero qué buena es.

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