
Esta tarde, en
El séptimo vicio, en Radio 3, Manu Lechón le ha dado leña a Vicente Aranda y a su última película
Canciones de amor en Lolita’s Club, basada en la novela de Juan Marsé publicada en 2005. Está bien que se exprese el malestar por una película mala, según el crítico; pero no se puede faltar al director por su trabajo, por muy desastroso que sea. Lechón ha llegado a decir de Aranda que lo mejor que puede hacer es desaparecer profesionalmente, retirarse. No creo que sea para tanto y tampoco el momento para citar casos de sublimes creaciones de senectud. El mismo día del estreno, el 30 de noviembre,
El País titulaba “Sordidez cansina” la
crítica de Carlos Boyero, que, sin faltar a Aranda, consideraba la película “pedestre, inane, intrascendentemente amarga, pretendidamente realista, grotescamente lírica, feísta y fea”.
Ningún oyente del programa de Javier Tolentino ha llamado para decir que la película le ha gustado; incluso un anónimo reconocido y muy entendido en cine también lo ha hecho para decir prácticamente lo mismo que Manu Lechón, aunque ha dejado más tranquilo al director. Por cierto, que tiene
blog, Vicente Aranda, con su diario del rodaje, interesante para los investigadores, y con su defensa, muy faltona e insultante, frente a lo de Carlos Boyero. Edificante.
Es la cuarta vez que Aranda la toma con una novela de Marsé. Primero fue
La muchacha de las bragas de oro, en 1980, luego
Si te dicen que caí, en 1989, que se tituló, en la versión catalana,
Aventis, las dos con Victoria Abril como actriz protagonista, y más tarde,
El amante bilingüe, de 1992, con Imanol Arias, Ornella Muti, Loles León, Javier Bardem, entre otros. Sé que Marsé no está contento con ninguna de las películas que se han hecho de sus novelas. No sé qué piensa de esta última de Aranda; pero me lo imagino. Del único autor del que le he escuchado hablar bien es de uno que no ha llegado a hacer la película proyectada: Víctor Erice con
El embrujo de Shanghai, cuyo guión, por fortuna, porque puede leerse, publicó bajo el título de
La promesa de Shanghai (Areté, 2001). Muy recomendable. Cosas del cine. Por cierto, y a pesar de todo, tengo que ver la película de Aranda.