
Siempre me ha interesado este autor. Hace años albergué la idea de editar y anotar el largo poema —plúmbeo e interesante— El imperio de la estupidez, “traducción” de The Dunciad de Alexander Pope. No he desalojado la idea; amenazo. El prólogo en prosa de aquel poema abre la edición de estos ensayos, que contienen las “Reflexiones sobre la educación literaria”, de las que proviene la cita inicial, y también aquella defensa de la ciencia de las artes o de las Artes frente a las Ciencias de que para que Tales calculase los eclipses, antes fue necesario que las liras de Orfeo y de Anfión arrancasen a los griegos del seno de la barbarie.
Sobre las formas dramáticas, sobre el romanticismo, sobre el lenguaje poético, sobre Espronceda, sobre Zorrilla, sobre el sentimiento de la belleza, sobre el estado actual de la literatura europea... No voy a seguir enumerando los temas y autores que fueron causa de esa sonrisa de satisfacción con la que salí hace ya unas semanas de la librería con el libro en una bolsa.
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