martes, mayo 08, 2007

De traductores

La lectura de las pruebas de imprenta de la crónica que redacté de uno de los cursos -el de traducción literaria entre español y portugués- del pasado ÁGORA me devuelve la anécdota contada por el novelista Almeida Faria (1943) en la primera mesa. Reivindicó al traductor como el único lector que verdaderamente lee palabra por palabra los libros. Habló de su novela Cavaleiro andante (1983), que se publicó con la falta gorda de un salto del capítulo 11 al 13. Sólo la traductora de la edición francesa (Chevalier errant, de 1986) se percató del error. Nadie antes. Ni un crítico, ni ninguno de los miembros del jurado que le concedió el premio de la Asociación de Escritores Portugueses, ni el corrector de la editorial... Nadie se dio cuenta. Sólo la traductora.

4 comentarios:

  1. ¿Los demás leerían en diagonal?

    (Desde que aparecieron los emoticonos en internet, todo el mundo me dice que los use: hasta ese momento, había pensado que no hacían falta muñequitos varios para que se entendiera el tono que se le imprime a la palabra escrita. Pero, como mil millones de moscas no pueden estar equivocadas, aclaro que mi pregunta tiene todo el sarcasmo del mundo...)

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  2. En DIAGOMAL leerían. Felicidades por tus textos, tus lecturas...

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  3. ¿Y quién es la traductora, Miguel Ángel? Seguimos sin saberlo... Parece que los traductores estamos destinados al eterno anonimato.

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  4. Almeida Faria no la mencionó, y yo no tengo la novela en esa edición francesa; pero no me ha resultado difícil localizar a la traductora: Anne-Marie Quint, creo.

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